lunes, 16 de noviembre de 2009

LA HISTORIA DE LA MONEDA EN COLOMBIA


Desde el mismo momento en que Cristóbal Colón pisó territorio americano
se introdujeron en nuestro continente las monedas que ya venían
siendo utilizadas en Europa; algunas de ellas mostraban imágenes de
los reyes Fernando e Isabel, quienes financiaron la travesía de Colón.
Las expediciones en el territorio americano y el proceso de colonización
hicieron necesario que se acuñaran cada vez más monedas; incluso,
entre 1505 y 1526, se llegó a producir monedas para uso exclusivo en
América, aunque la acuñación de estas monedas se realizaba únicamente
en España. En el año 1535 se autorizó por primera vez la
acuñación de monedas en territorio americano, y se inauguró la primera
casa de moneda en América en territorio que hoy corresponde a
México. Después de la inauguración de la Casa de la Moneda de México,
se fundaron la de Lima en 1565 y la de Potosí en 1574; sin embargo,
en estas casas sólo se acuñaban monedas de plata, mientras la producción
de las monedas de oro se seguía realizando únicamente en España.
La primera casa de la moneda americana que produjo monedas de oro
fue la Casa de Moneda de Santa Fe de Bogotá. La autorización para su
creación fue emitida por el Rey Felipe III en 1620, y su funcionamiento
empezó en 1621. La producción de monedas en la Nueva Granada
no la realizaban las autoridades directamente, sino que le otorgaban el
permiso a una persona particular para que se encargara del manejo de
la acuñación. Con la acuñación de monedas en cabeza de una sola
persona se buscaba crear un sistema monetario uniforme para toda la
América española; además, las primeras monedas de oro y plata se
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conocían como macuquinas o de martillo, pues se acuñaban de un
certero martillazo sobre los troqueles, lo que hacía que fueran de formas
y pesos muy irregulares.
En el año 1700 los Borbón reemplazaron a los Habsburgo en el trono
español, lo cual trajo varios cambios en la manera como se administraban
los territorios de la Nueva Granada. Uno de estos cambios fue la
implementación de nuevas formas de acuñación de la moneda; además,
la acuñación dejó de estar en manos de particulares mediante
concesiones, y el virreinato pasó a hacerse cargo directamente. En
1756, bajo el mando del virrey Solís, se inauguró la nueva Casa de
Moneda y empezó la producción de monedas circulares, llamadas
cordoncillo; este nombre se lo dio un cordón labrado en el borde de la
moneda que tenía como objetivo que no se recortaran pedazos de
ésta, como sucedía con las macuquinas.

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